Larvas vivas en Australia, tarántulas fritas en Camboya u ojos de oveja en zumo de tomate en Mongolia: a primera vista, el asco parece estar muy lejos de nosotros. Exótico. En algún lugar del extranjero, en culturas y países cuyas costumbres y tradiciones son bastante ajenas a nosotros en Europa. Sin embargo, el asco no es algo lejano ni exótico. Está muy cerca. Todo el mundo lo conoce.
Lo que se percibe como un logro de la civilización culinaria en Alemania puede provocar arcadas en otras partes del mundo. El queso, por ejemplo. Asimismo, lo que antes se consideraba normal, ahora es una animalada. Ubre, sesos, vísceras… En el siglo XX, en Alemania eso todavía se consideraba una comida deliciosa.
Por suerte has llegado aquí, al Disgusting Food Museum de Berlin. Y es que aquí se trata de celebrar el asco donde se merece y de desenmascararlo cuando nos quiere tomar el pelo.